1. | Ahí, ahí está el busilis; en eso está el busilis | |
2. | Ahí, señor, andamo a pasaro | Responde el negro que andaba fugitivo a monte al amo que lo halló. |
3. | Ahí amarga la hiel de la vaca | |
4. | Ahí callo. Ahí la porra del vicario | Ahí callo, se dice cuando uno da bastante respuesta, y que satisface; también callo significa un pedazo de herradura vieja, y torciendo la razón a su significado, se añaden las dos pullas: Callo es verbo, callar, no hablar. |
5. | Ahí callo. Allí herradura y clavo | |
6. | Ahí casastes; ¡oh, qué bien topastes! | Dícese a quien se casó; o por verdad de haber topado bien con gente buena; o por lo contrario, por ironía, más ordinariamente. |
7. | Ahí entra el diablo y dice | |
8. | Ahí entró el diablo y dijo | Dícese cuando se topa algún inconveniente en los negocios, y caso que sale de través. |
9. | Ahí es, junto a casa | Ironía cuando es muy lejos. |
10. | Ahí está el busilis | Bien vulgar es el busilis, aunque salió, o se fingió salir, de uno que examinaba para órdenes, el cual dudó en declarar in diebus illis, y dijo: Indiae, las Indias; el busillis no entiendo; de tres palabras hizo dos, partiendo la de en medio; in diebus illis, en aquellos días; vulgarmente dos ll de latín las pronunciamos por una, y ansí una escribimos en busilis. |
11. | Ahí está Fulano, que no me dejará mentir | Cuando nombramos un testigo de lo que decimos. |
12. | Ahí está la gracia | Sinónimo(s): en eso está la gracia. |
13. | Ahí lo venden, en la plaza | Dícese para denotar cosa de poco valor y barata. |
14. | Ahí los ojos, y el corazón vuestro | |
15. | Ahí los ojos, y el corazón y todo | |
16. | Ahí los ojos, y el gato cerca | Esto dicen a los que estropiezan. |
17. | Ahí me arremeto, a San Juan de Alfarache | Es de Sevilla, como: Ahí es, tras casa. |
18. | Ahí me las den todas | Cuando no se nos da nada de daños, que van a quien no nos duele. Dícese cuando no nos toca el daño y da en quien no nos duele.
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19. | ¡Ah, pecador de mí! ¡Ah, pecador de mí a Dios! | Cuando uno se duele de su yerro. |
20. | ¡Ah, Señor, por quien tú eres, no se acaben las mujeres! | |