Refrán con que se nos amonesta atendamos a lo que debemos, con preferencia a lo que se nos debe.

Manifiesta que a las personas que se sabe se muestran agradecidas a los beneficios recibidos, no importa hacerles favores más grandes de los solicitados.

Algunos añaden: ¡No se coman el grano los gurrupalos! Otros: ¡Que se mean en ella los gurrupalos! Y otros: ¡se la beban los gusarapos! Manera de excitar a uno a que no tarde en satisfacer aquello a que le inclina su especial afición o apetito, por presentársele ocasión oportuna para ello. — Gurrupato llaman en Andalucía al gorrión, especialmente cuando cuenta pocos días de nacido.

No hay cosa que no tenga su contraria.

Expresa que los asuntos temporales tienen más adeptos que los espirituales.

Refrán con que se denota que, así como el fruto del almendro y de otros árboles se obtiene a fuerza de varearlos, de igual modo no se puede sacar partido de las personas ruines y de mala ralea sino castigándolas.

Aconseja se desconfíe del que nos finge amistad.

Advierte que no se debe importunar a los amigos, ni tampoco abusar de su amistad.

Advierte que no se debe dejar al amigo porque tenga algún defecto.

El buen trato que da el superior al inferior hace que éste sirva a aquél con cariño y solicitud.

Nos enseña a separarnos de los citados, sin querer amistad con ellos, por ser personas poco recomendables para nuestro trato. Ya hemos indicado en refranes similares a éste el sentido en que deben tomarse.

Alude a lo temibles que se hicieron en Flandes los soldados andaluces, y singularmente los naturales de Utrera, como puede verse extensamente en el Epilogo de Utrera, por el licenciado don Pedro Román Meléndez.

Expresa que en los años estériles debe cultivarse la granjería, el ganado cabrío y el de cerda, por proporcionar los recursos más útiles y seguros.

«Si son leales (los gallegos), su historia lo cuenta en sus sacrificios por doña Juana; si fueron enteros, los arzobispos de Santiago lo declararon, dando lugar al refrán que decía: Al arzobispo de Santiago, ballesta y báculo; y las victorias del Gran Capitán y D. Fernando de Andrade, que apenas mandaron más soldados para vencer a los heroicos escoceses de Aubigny que asturianos y gallegos». (El Mundo en la mano, tomo IV, pág. 815.)

«Si son leales (los gallegos), su historia lo cuenta en sus sacrificios por doña Juana; si fueron enteros, los arzobispos de Santiago lo declararon, dando lugar al refrán que decía: Al arzobispo de Santiago, ballesta y báculo; y las victorias del Gran Capitán y D. Fernando de Andrade, que apenas mandaron más soldados para vencer a los heroicos escoceses de Aubigny que asturianos y gallegos». (El Mundo en la mano, tomo IV, pág. 815.)

Reprende la necedad de querer aplicar remedio a las cosas cuando la ocasión oportuna ya ha pasado.

Alude a la costumbre de estos animalitos de no querer salir de su paso, en la primera circunstancia, gustando en la segunda de restrombizarse o revolcarse, arrojando carga, jinete o lo que lleven sobre el lomo.