Advierte que no sólo los ancianos tienen tretas y astucias, sino también algunos mozos.

Dícese de aquel que es tan desgraciado en todo cuanto emprende, que aun las cosas más llanas y sencillas le salen al revés. Tiene mucho uso en Aragón.

Porque no puede aprovecharse.

Es de almas mezquinas olvidarse de los beneficios recibidos.

Dícese contra los que exageran alguna falta o pecado. —Alude a la grave pena con que se castigaba en la ley antigua el hurto de un buey, pues ordenaba que el ladrón restituyese cinco bueyes por cada uno de los que había robado.

Da a entender que vale más que la nobleza de la cuna, la del alma y la educación.

El gobierno doméstico está mucho mejor desempeñado por la mujer que por el varón.

No debemos conceptuar como verdaderos amigos a aquellos que nos incitan a separarnos de la senda de la moral y del bien.

Expresión irónica por la que se satiriza a una persona que, pretendiendo acertar una cosa, se ha separado no poco de la verdad.

La explicación de esta sentencia la da Fr. Antonio de la Calancha, escritor de la primera mitad del siglo xvii, en su Crónica agustiniana, en los términos que siguen: «Porque eso prueba que no tiene honra que le murmuren, valor que le teman, riqueza que le codicien, bienes que le esperen, ni nada bueno que le envidien».

Enseña a no hacer caso de las exageraciones.

No estar sano, bueno, perfecto. — Hallarse en malas condiciones o estar mal hecha una cosa.