Fingen que pretendió casar un hombre rico y de bajo suelo con la hija de un noble pobre, y no la pudo alcanzar hasta que vino un año caro, que se la dieron, como dice otro refrán: La hija de bueno, haberla has por orfandad o por gran duelo; y comiendo juntos un día, sobre mesa, tomó el yerno el pan en la mano, y dijo: ¡Oh, pan, pan, lo que quieren por ti han! Lo demás respondió el suegro. Nietos de ruines abuelos, es por parte del yerno; porque la mujer no hace linaje, que del suyo se pasa a otro.