Bullas es una venta cerca de Murcia. Un pasajero hizo allí medio día, y contóle la ventera muy caros unos huevos y lo demás; díjola: ¿Pues tanto me habéis de llevar sin conciencia?; yo os haré ir a Murcia. La ventera entendió que a la Inquisición, y respondió: No hará, que yo soy buena cristiana y tengo, y creo bien y verdaderamente lo que tiene, y cree, y enseña, y me manda la santa Iglesia Romana. Con esto el huésped se fue indignado contra ella, y tomando asidero de su razón, en Murcia, en todas conversaciones y ocasiones decía: Yo creo lo que cree la ventera de Bullas sin declarar más. Llegó a noticia de los inquisidores esta novedad de creer, y prendiéronle, que era lo que él quería para vengarse. Examinado qué decía y sentía, respondió: Creo lo que cree la ventera de Bullas; y no había sacarle de esto, pues venga la ventera; hízola así venir y recibir esta pesadumbre y molestia y costa. Ella confesó su buena fe; entonces él declaró el cuento y su venganza, y estuvo a pique de llevar cien azotes por la burla.