P. cl. arteCuéntase de un médico que, al hacerse cargo de un enfermo en el hospital donde asistía, prescribió al practicante el plan que había de observar con respecto al paciente. Bien fuera por mala inteligencia, bien por malicia, el practicante siguió en el plan curativo un rumbo diametralmente opuesto al trazado por el doctor. Como observara éste al día siguiente una mejoría tan notable cuanto inesperada, y al jactarse de su pretenso acierto en aquella ocasión, le cantara de plano el enfermero la verdad de cuanto había ocurrido, exclamó indignado: «¡Animal, más valía que se hubiera muerto según las reglas que dicta la Medicina, que no que viva habiéndolas infringido!» Ahora, hágase la aplicación.