Escribe antes que dés y recibe antes que escribas

El escribir se debía enseñar juntamente con el leer a todos los muchachos, y forzar a los padres a que enviasen sus hijos a la escuela, de los cuatro hasta los siete años; aunque después hubiesen de deprender oficios mecánicos, pues en la niñez no son de ningún servicio, antes dan pesadumbre en sus casas y en las ajenas y en las calles y lugares públicos, y se hacen holgazanes y toman malos siniestros. Para este fin habían de sustentar los maestros del público, y consignarles tantos barrios, para que no se pasasen de un maestro a otro; allí, ultra de lo dicho, se les enseñase la dotrina cristiana y habituarse a la quietud y al sosiego, y lo mesmo deberían hacer en las aldeas, a donde tienen más cuidado de criar los puercos que los hijos, pues por la mañana les dan de comer y el porquerizo de concejo los recoge todos y los tiene en el campo hasta la noche que no dan ruido en el lugar; y como aquellos los matan cuando están gordos, podrán tener vida con sus hijos, cuando siendo hombres de razón puedan no solo labrar las tierras, sino tener su cuenta para saber lo que dan y lo que reciben, y no hacerla de cabeza, rayando en la pared, con que se pueden engañar y los engañan. Diranme que esto se quede para los mercaderes, que tienen su libro de caja, del debe y ha de haber, sea norabuena. Y para su propósito hay un proverbio, que dice: Escribe antes que dés y recibe antes que escribas.