Ojos grandones, vivo de noche, vuelo en silencio y cazo ratones.

Todos dicen que me quieren para hacer buenas jugadas, y, en cambio, cuando me tienen me tratan siempre a patadas.

Cuando yo subo, tú bajas; si tú subes, bajo yo: a la misma altura nunca podemos estar los dos.

Con mi cara tan cuadrada, lisa o con dibujitos, resignada y por los suelos, me repito, me repito...

Cuando tú cansado estás, búscame y descansarás, en mí te podrás sentar y a gente verás pasar.

Guardado en invierno, lo luzco en verano, es mi único traje en sitios de baño.

Duerme bien en su cunita a veces es un llorón pero también se sonríe cuando toma su biberon.

Me pinché con una rueca y cien años me dormí hasta que el beso de un príncipe hizo que volviese en mí.

Tengo ruedas y pedales, cadena y un manillar; te ahorro la gasolina, aunque te haga sudar.

Una madrastra se porta fatal, una manzana es muy mortal, un beso amoroso la salvará.

Con ella vives, con ella hablas, con ella rezas y hasta bostezas.

Con una manguera, casco y escalera apago los fuegos y las hogueras.

Su forma es de pera, aunque es de cristal da luz sin espera para cada cual.

Rodeo cuellos y cuellos, tanto de ellas como de ellos.

Me llegan las cartas y no sé leer, y, aunque me las trago, no mancho el papel.