Demuestra la vida regalada que llevan las primeras, sólo comparable con la de la segunda.

Excita a tomar una resolución entre dos partidos opuestos que hacen vacilar.

Hacerlo de una manera solapada, con cuidado, previniendo los males que puedan resultar.

Sin fijeza ni estabilidad; de una manera veleidosa e inconsecuente.

Ser de genio delicado y vidrioso.

Manera de invitar al silencio para que se preste atención a lo que se va a decir, por juzgarlo de verdadera importancia.

Dícese de las personas que oyen y entienden las cosas mal o equivocadamente, con alusión a los hombres que, metidos dentro de los gigantones para transportarlos, no les llega la cabeza, y por tanto los oídos, más que a la entrepierna del muñeco. De ahí que los gigantones oigan por la bragueta de una manera confusa y no puedan entender bien lo que se dice.

Frase proverbial con que se denota que todo trabajo, especialmente intelectual, hecho a fuerza de retoques y vigilias, suele adolecer de sobra de lima y falta de espontaneidad.

Dícese del negocio que es sumamente arduo, con alusión a lo fuerte del olor de aquella hortaliza.

Manifiesta que una persona quiere hacerse obedecer en su casa. Aplícase, por lo regular, al que presume de ser hombre de bríos, resultando ser vana su presunción por causa de su carácter débil o en extremo condescendiente.

Merecer la pena de horca. — Correr gran peligro de que le apliquen dicha pena.

Exhorta a seguirle la corriente a todo el mundo, como medio el más a propósito de evitarse el tener que reñir con nadie.

Bajarla para asentir a lo que se pregunta u oye decir.

Indica que ninguno puede estar seguro de la muerte.

Dícese de aquel que, habiendo comenzado una obra, desmaya a lo mejor, dejando que otro se aproveche de los resultados.

Manera algo insultante de hacer callar al que no hace más que decir tonterías y necedades.