Estar uno pensativo, discurriendo a solas sin objeto determinado. — Hacer sobre una cosa cálculos o pronósticos más o menos aventurados.

Romper los estorbos o embarazos que detienen la salida de alguna cosa.

Endurecerse u obstinarse con la costumbre, en los trabajos o en los vicios.

Acostarse varias personas en una misma cama.

Cambiar una cosa por otra, por lo general alhajas u objetos de poco valor.

Desembarazar de gente un lugar.

Oponerse, resistir, hacer frente a una cosa. — Condescender, dar oídos a lo que se propone.

Dar vueltas de un sitio a otro sin rumbo fijo.

Aprovecharse o servirse de alguna cosa ajena como si fuera propia, sin pensar restituirla o pagarla, o no importar nada el devolverla maltrecha y malparada.

Forjarse ilusiones, cuyo desengaño se toca tarde o temprano.

Hacer caso o aprecio de ella. — «Y si en los signos que tienen tres voces interviene esta mutanza o movimiento, no se ha de hacer caudal de la voz de bemol en este caso». (Tapia, Vergel, LXVIII.)

Hacer excesivos rendimientos y sumisiones, como acostumbraban los que hacían cesión de bienes.

Se dice del que aprovecha la oportunidad de hacer algún encargo para desempeñar juntamente otro

Ir los borrachos arrimándose a las paredes por no poderse tener derechos. — Antiguamente se decía de los gigantones, cuando estaban arrimados a una pared.

Dícese de la persona que impone miedo o temor, así como, en ciertos casos, de la que hace un papel ridículo.

Hacer alguna demostración de obsequio, rendimiento o lisonja.

Aguantar pacientemente los regaños o trabajos que se imponen. — Trabajar, levantar las cargas o mantener a otros, mientras éstos gastan, triunfan y se divierten.