Era un porquero que con sencillez y lo más cierto con malicia rústica, encontrando un guijarro le quiso tomar prenda y forcejó a quitársela; él, viéndose apretado, dijo enojado: Pues ansí es, espera, daros he una almendrada, y echando mano al zurrón descargó en la guarda una a una las almendras, con que le trató mal, y quedó por refrán la almendrada de Juan Templado, en cosas de daño en lugar de provecho, en Andalucía la alta.