Se emplea irónicamente para dar a entender que todos los afanes y trabajos de una o más personas han venido a resultar inútiles por descubrir una cosa que no tiene valor alguno.

No ser fácil averiguar las intenciones o los pensamientos de otra persona.

Denota la incapacidad e ignorancia de algunas personas en sus respectivos empleos o asuntos.

Ser muy ignorante, o desconocer por completo los principios de algún arte, facultad u oficio.

Estar perplejo, indeciso, sin saber qué resolución tomar, por dudar lo que sea más conveniente.

Estar indeciso para tomar una resolución.

Ser un ignorante.

No entender absolutamente nada de aquello de que se está tratando.

Refrán empleado en Chile, por el cual se recomienda que se satisfaga esa necesidad física en las indicadas circunstancias.

No medrar o prosperar uno en su carrera, oficio o profesión.

Refiérese dicha frase a que como quiera que antiguamente raja era una clase de paño basto y de baja estofa, solamente la usaba la gente pobre en sus prendas de vestir, equivaliendo, por tanto, a no salir de la miseria.

Callarla o mantenerla reservada.

Refiérese dicha frase a que como quiera que antiguamente raja era una clase de paño basto y de baja estofa, solamente la usaba la gente pobre en sus prendas de vestir, equivaliendo, por tanto, a no salir de la miseria.

Expresión con que se zahiere al que tiene la costumbre de responder o replicar a todo.

Denota el mucho aprecio que debe hacerse de la buena suerte, y la gran solicitud que debe afrontarse para su conservación, por causa de los daños y perjuicios que se experimentan cuando se malogra.

o como dice un cantar: Mis cuñadas y mi suegra dicen no me quieren bien. ¿Para qué enturbiar el agua que se tiene de beber?; Recomienda que se procure no empeorar aquella situación que, por hecha, es ya irremediable.

En todo debemos evitar los extremos; en nada se debe ser exagerado. — No es prudente arriesgarlo todo.

Horros, por hongos, puso la Academia en las primeras ediciones de su Diccionario hasta la décima inclusive, no constando en las columnas del mismo dicho refrán sino a partir de la quinta, año 1817. La primera edición lo trae. — Expresa que no se debe contraer matrimonio sin tener capital, o por lo menos que comer.

Las cosas delicadas o primorosas, únicamente lo son para quien tiene discernimiento y gusto para conocerlas y apreciarlas.

Denota que la persona de quien se trata experimentará al cabo el debido castigo o pagará lo que debe.