Abusar de manera excesiva de su paciencia o condescendencia, haciéndole aguantar lo que no debe por ningún concepto.

Esparcirse, divertirse, echando cuidados y negocios fuera.

Expeler abundantemente del cuerpo cualquiera clase de inmundicias, mayormente si la operación es doble; verbigracia: vómitos y cámaras al mismo tiempo.

Trabajar excesivamente.

Solicitarla con toda actividad y diligencia.

Confundir y obscurecer lo que alguno trata de expresar, interrumpiéndole con voces, griterío, bulla o cualquier otro medio que turbe el silencio y el orden. —Agregando el país, la tierra, etc., significa talarla, arrasarla, destruirla, llevarla a sangre y fuego.

Presumir de riquezas; ostentar excesivo lujo; vivir con gran boato, particularmente cuando no se tiene medios para ello.

Ostentar superioridad, grandeza, etcétera, de manera jactanciosa.

Presumir de joven, o hacer acciones propias de tal, una persona entrada ya en años.

Atribuirle una cosa que no ha hecho.

Proporcionarle alguna molestia.

Hacerle alguna mala obra. — También se dice: Echarle a uno el aguardiente. (Véase)

Procurar que otro desempeñe la parte más pesada de una obligación o cargo.

Echarle una rociada, una reprensión fuerte. Podrá venir el origen de esta frase de que teniéndose a San Gregorio, obispo de Ostia, por especial abogado contra la langosta y demás insectos perjudiciales, al campo, acude el pueblo a pasar agua por sus reliquias para después rociar con ella los sembrados en tiempo de semejante calamidad.

Hacerle alguna mala obra, causarle algún perjuicio, darle alguna molestia o desazón.

Dejarlo sin tener qué responder. — Badal es una palabra arcaica que significaba bozal para las bestias.

Atentar a su buen nombre; difamarlo.