Manifiesta lo mudables que son las cosas de la vida y en qué poco tiempo se efectúan dichos cambios.

Nada más común que abusar de los caracteres condescendientes y serviciales, en tanto que a los díscolos y revoltosos se les suele tratar con halago y consideración, por temor del daño que pudieran hacer.

Advierte que hay que asegurar siempre lo que se conviene o trata por todos los medios.

Cuando se vuelve del campo a casa conviene no llevar las manos vacías, sino cualquiera cosa, por insignificante que pueda parecer, aunque no sea más que por hacerse la ilusión de que no se ha hecho el viaje en balde.

Dícese del que en presencia alaba o aplaude y en ausencia vitupera.

Frase con que se zahiere a las personas que, mostrando un exterior de sabiduría, encubren una inepcia absoluta.

Abundantemente, con mucha fuerza.

Dejarla caer de los hombres a fin de que le quede a uno el cuerpo libre, bien para reñir o bien para ayudar a alguien en alguna maniobra.

Denota lo frágil y perecedero de las cosas de este mundo, que cuando más seguro se cree estar uno en posesión de ellas, desaparecen de su lado

Se dice del que, procurando huir de un peligro, se mete más en él.

Frase que se emplea para notar al que sin causa bastante rehúsa el trabajo que le corresponde, echando la carga a otro.

Perder por completo el juicio turbársele a uno la razón.

Sondear o tantear a alguno o alguna cosa, para venir en conocimiento de aquello que se desea averiguar.

Sondear o tantear a alguno o alguna cosa, para venir en conocimiento de aquello que se desea averiguar.

Poner de manifiesto lo defectuoso o sucio de algún asunto. —Úsase también con los verbos manifestar, callar, ocultar, tapar, etc., teniendo respectivamente el significado que cada uno de éstos le comunica.

Enseña la cautela que debe observarse para confiar un secreto, pues muchos, so capa de amistad, abusan del sigilo.

Satiriza la costumbre de dar consejos, hallándolo todo muy fácil, cuando no se está en el trance por que pasa el aconsejado.

Aplícase a aquellos que nunca pueden salir de deudas o atrasos.

Dícese así porque las caballerías de alquiler son regularmente mal tratadas por sus dueños, y se hallan casi siempre hambrientas.