Modo jocoso de significar uno que no da crédito a lo que acaba de escuchar.

Solicitar que se conceda una cosa sin engaño, fraude o dolo.

Explica el deseo que tiene alguno de lo que mira como útil, aunque sea a costa de alguna dificultad o peligro.

Indica que no viene a cuento lo que se dice. — También suele decirse: Esa es harina de otro costal.

Precipitar o perder un negocio por anticiparse importunamente en poner los medios para su consecución.

Aguardar su llegada o realización con deseo vehementísimo. Alude al estado en que se encontraban las almas de los justos en el seno de Abraham desde el principio del mundo, esperando que Jesucristo bajara a aquel lugar, después de muerto, para llevarlas a gozar de la eterna bienaventuranza.

Estar en observación o acecho aguardando a que llegue el tiempo oportuno de conseguir lo que se pretende o desea. Es locución tomada de la Náutica.

Da a entender que alguna persona no está ya en edad de aprender o de hacer alguna cosa.

Indica que una persona no se pierde o se pervierte, no por falta de voluntad ni virtud, sino porque no hay quien la induzca a ello.

Aplícase, figurada y jocosamente, a la mujer que se presenta en público dando a entender en su porte y galas que pretende ser requerida.

Hallarse ajada y deslucida en fuerza de ser traída y llevada, como sucede con las hojas del canon en el misal, pues mientras las otras no se usan con tanta frecuencia, y algunas sólo una vez al año, aquéllas se manejan diariamente. — Aplicado a personas, en especial a las mujeres, manifiesta que se forma un concepto desfavorable de ellas.

Hallarse a punto de suceder o de verificarse.

Ser una persona muy alegre, muy divertida, aludiendo a ser éstas las condiciones en que se encuentra el que las toca.

Frase usada en algunos hospitales para dar a entender que se está muriendo un enfermo, basada en que se le pone un candilón cerca de la cama.

En traje de confianza, sin etiqueta.

Estar vestido con sencillez, llanamente.