Enseña que a veces es un bien el incurrir en algún yerro, porque es causa de que en lo sucesivo no se venga a caer en otros mayores.

Expresa lo poco que se puede esperar de aquellas personas que por desidia no son capaces de procurarse ningún bienestar.

La persona que es despilfarradora, nunca llegará a medrar ni a disfrutar de conveniencias y reposo.

Refrán irónico con que se vitupera a aquellas personas que prosperan por medios ilícitos y reprobados.

Enseña que para hacer que cesen los efectos no hay camino mejor que el de extirpar las causas.

Denota que las contingencias inherentes a cada cosa, sólo recaen en las personas que se ocupan de aquello que traen entre manos.

Úsase cuando se manda lo que es difícil a quien no puede hacer lo fácil.

Expresa que los abuelos suelen mimar y consentir demasiado a los nietos.

Da a entender que muchos no son estimados como merecen por no manifestar lo que saben.

Muchas veces es necesario exponerse a algún riesgo para conseguir alguna cosa.

El que dispone de escasos medios, tropieza con obstáculos para conseguir lo que desea.

Para saber y aprender es necesario tratar con las personas. — Llamábase antes carava la reunión que hacían los labradores los días de fiesta para hablar y recrearse.

Dícese de los que no pudiendo vengarse de la misma persona que los ofendió, descargan su saña contra aquello que le toca de cerca.

Amenaza con el infierno a los tenderos que hurtan sin arrepentirse de ello, considerándolo como una cosa lícita.

Exhorta a consolarnos en las pérdidas de las cosas de esta vida, cuando el hallazgo de otras subsana en cierto modo la falta de aquéllas, o bien cuando, pudiendo haber sido mayores, no lo son.

Enseña que siendo muy frecuente no recuperar la cantidad prestada a un amigo, llégase a perder, tarde o temprano, el dinero y la amistad.

Aconseja el ser muy parco en prestar, por temor de no poder recuperar, cuando se necesite, lo prestado.