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Refranes contenidos en el Tesoro de la lengua castellana de Sebastián de Covarrubias, edición de Sabrina De Simone
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Coscorrón de cañaheja, duele poco y mucho suena

P. cl. cañaheja
Por otro nombre cañaherla, quasi cañaferula, de donde están corrompidos los vocablos; y díjose así a feriendo, porque a causa de ser tan liviana, los preceptores y maestros de niños usaban antiguamente della, como del ceptro de su imperio; y aunque castigaban los muchachos con ella, dándoles coscorrones en la cabeza y palmetas en las manos, no les hacían daño, por ser tan livianas. Juvenal, satyr. 1: Et nos ergo manum ferulae subduximus. Y era que, queriéndoles dar el golpe en la cabeza, oponíanle las manos y recebíanle en ellas. Destas cañahejas usaban también los pedagogos y ayos de los muchachos, como dice Marcial, lib. 10, epigr. 62, Ludi magister, etc.: Ferulaeque tristes sceptra paedagogorum cessent, etc. Et libro 14: Invisae nimium pueris grataeque magistris Clara Prometheo munere ligna sumus. El Comendador Griego, en sus proverbios, dice a este propósito: Coscorrón de cañaheja, duele poco y mucho suena. Juntamente con decir Marcial eran las armas de los maestros y aborrecidas de los muchachos apunta otro uso dellas, que es, rajadas en palillos delgados y bañadas en alcrebite, sirven de luquetes o alguaquidas para encender; tocando la fábula de Prometeo, que habiéndole ofrecido Minerva lo que pudiese serle a propósito en el cielo, para acabar y perficionar la obra que había empezado de hacer los hombrecillos de barro, y respondiéndole que si no veía lo que allá había en particular, que no acertaría a escoger, y así le subió al cielo, y considerando que todos los cuerpos celestes estaban animados con el fuego, se arrimó disimuladamente al carro del sol, y pegando el cabo de la cañaheja en una de sus ruedas se prendió en el meollo blando de dentro el fuego, y le bajó a la tierra, con que dio vida a sus figuras de barro, comunicándoles el dicho fuego, y de allí quedaron conocidas y famosas las cañahejas e introducido el uso de prender con ellas el fuego. De la cañaheja hace Dioscórides particular discurso, lib. 3, cap. 85, y allí el doctor Laguna. Su pasto es agradable a los asnos y mortífero a las demás bestias, pero si comen la cicuta, que les es algo semejante, los pasma. Verás a los mesmos Dioscórides y Laguna, lib. 4, cap. 80. De las cañahejas suelen hacer unos títeres que, cargándolos con plomo y poniéndolos sobre una mesa cabeza abajo, ellos se levantan sobre los pies. Con esto sacan el dinero los extranjeros que traen bujerías.
Fuente: Hernán Núñez, Proverbios
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