Valerse de buenos protectores o contar con ellos.

Expresión marítima que se usa para expresar que alguno es diestro y avisado, que echa mano a cualquier recurso y sabe aprovecharlo.

Aprovechar una ocasión, por pequeña que sea, para conseguir alguna cosa.

Comparación usada por Cervantes (Quijote, parte I, cap. XV) cuando, después de haber sido apaleado Sancho por los yangüeses, dice que «se levantó, quedándose agobiado en la mitad del camino como arco turquesco, sin poder acabar de enderezarse».

Aconseja la economía con que deben vivir los labradores, porque la cosecha es sólo una, y ésa, contingente.

Denota que en este mes suele empezar a sentirse el frío en algunas comarcas. Cuando sucede lo contrario, en otras, dicen algunos: Agosto fríe el rostro

Refrán en que se suele prorrumpir cuando se experimenta alguna aflicción o apuro, como pidiendo auxilio al Cielo.

Expresión que suelen usar los labradores por el mes de abril, deseosos de que las abundantes lluvias les aseguren una buena cosecha, en unión de las del mes inmediato siguiente.

Da a entender que estas tres cosas son necesarias para que crezca el uno, esté fuerte y contento el otro y anden derechas las últimas.

Ensalza el valor de la verdadera amistad, aunque algo hiperbólicamente.

Encarece la necesidad del riego, el escardillo y los abonos para hacer prosperar el huerto.

Expresión que se suele dirigir al que manifiesta tener mucha sed, y figuradamente, al que demuestra inquieta solicitud y deseo vehemente en la consecución de sus aspiraciones.

Cuando uno se vale de los medios naturales y adecuados al fin que se propone, tiene que acertar forzosamente con su objeto.

Recomienda la clase de bebida que se debe tomar encima de cada una de estas frutas para que no hagan daño.

Hacer una cosa con gran dificultad, oposición o repugnancia.

Reprende la indiscreción de las personas crédulas que toman por artículo de fe todo lo que oyen.

Recomienda las ventajas del agua que corre, sobre las estancadas, para ser bebidas.