El cuento es que una paloma tenía su nido en un árbol; la vulpeja amenazóla que la comería si no la daba parte de sus hijos; la paloma, de miedo, dábaselos. El alcaraván, compadeciéndose de la paloma, diola consejo que no la diese nada, que el árbol era alto y no podía subir la vulpeja, y así no la dio nada desde adelante y dijo la causa por qué. Preguntó la vulpeja quién la había dado aquel consejo. Respondió que el alcaraván. Después, trabando plática la vulpeja con el alcaraván, alabóle de sabio en la gobernación de su vida, y entre otras cosas, preguntóle qué hacía cuando quería dormir; respondió el alcaraván que metía la cabeza debajo de las alas, y diciendo y haciendo metióla entonces; arremetió la vulpeja contra el alcaraván y comiósele, y así hizo verdadera la sentencia de Eurípides, poeta griego: Reniego del sabio que para sí no es sabio .